Corría el año 1908…, o no, espera, porque entonces los años avanzaban más despacio –es ahora, cuando corren–; en cualquier caso, estamos hablando de hace más de un siglo cuando la familia Cid adquirió la propiedad de un local de la Barceloneta que pronto se convertiría en una clásica taberna del barrio: Can Ros.
Antes ya era una taberna.
No, bar no.
Taberna.
¿Cuál es la diferencia?
Pues que el bar tenía cafetera (taberna + cafetera = bar).
El nombre de Can Ros viene de que algunos miembros de los Cid son pelirrojos. Sobre la evolución de roig (‘rojo') a ros (‘rubio') existen dos teorías:
1. Que el rojo estaba mal visto en la posguerra (recordémoslo: la Caperucita del cuento tenía que ser «encarnada»).
2. Que «Can Ros» resultaba más fácil de pronunciar y por eso se quedó así.