La Mar Salada presume de tener la Lonja a 327 pasos. Can Ros está un poco más lejos, pero vaya, son solo 89 pasos más. Y, entre ustedes y yo, la persona encargada de comprar allí siempre es la misma, Albert Enrich:
La carta de Can Ros es estacional, pero va cambiando a medida que un producto entra y sale de temporada y, al fin y al cabo, también depende simplemente de lo que llega a la lonja. Si hay pulpitos, haremos pulpitos y, si no, pues ese día no vamos a tenerlos en la carta.
Con esta información, antes de acercaros a Can Ros también podéis hacer clic aquí para conocer de antemano la oferta del día de los platos concretos que van a estar o no..
El vino vendido a granel para la mesa de casa ha pasado a la historia de Can Ros, pero en cambio el porrón ha vuelto. Sólo como opción, quede claro. Y como ahora no todo el mundo está acostumbrado, en las tablas de grupos suele dar mucho juego, mucha conversación y mucha animación aparte de la que proporcionará el propio vino. El restaurante tiene como rasgo distintivo la potenciación de su carta de vinos. Con peso profundo de las referencias con alguno de estos rasgos, cuando no con los tres:
1. Que sean catalanes.
2. Que sean ecológicos.
3. Que sean xarel·los.
El apartado de postres de Can Ros responde a la idea general del restaurante pero también a un dato personal más concreto. Nos lo confiesa Albert Enrich:
Hombre, he trabajado cuatro años con Oriol Balaguer y algo así no tendría sentido que no se notara.
Y se nota. Vaya si se nota. Se nota en la receta más tradicional (la torrija con helado de chocolate negro). Y también en la más arriesgada... siempre dentro de un orden (el falso coulant con helado de cardamomo).